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martes, 25 de septiembre de 2012

Hans Weingartner - Los Edukadores.

A finales de los noventa el cine alemán comenzó a ser nuevamente visible fuera del área germano parlante, Corre, Lola, corre (Tom Tykwer, 1998), fue la película que inicio esta nueva etapa. Desde la muerte de Reiner Werter Fasbinder (1982), el cine alemán había entrado en una medianía que excepcionalmente producía alguna película interesante para el circuito comercial o el de los festivales. Este resurgimiento está sostenido en una amplia nómina de directores de diversas generaciones – Andreas Dresen, Doris Dorrie, Maren Ade, Christian Petzold, Fatih Akin, etc – y una interesante amplitud de géneros y temas en sus películas más destacadas - ¿Soy linda?; La ola; Entre nosotros; Contra la pared. Sin embargo, dentro de ese marco general de diversidad, se destaca una voluntad por volver sobre temas de la historia alemana de los últimos sesenta años – La caída, Sophie School; La vida de los otros, Baaden Meinhof complex; Good bye, Lenin!- dentro de este grupo podríamos incluir a Los educadores, ya que si bien su trama se desarrolla en la actualidad, tiene claras intenciones reflexivas de carácter retrospectivo.
Good bye, Lenin! (Becker, 200) es probablemente el pariente más cercano de Los edukadores, sobre todo por el tono con el que ambas películas eligen abordar sus temáticas. Comparten una voluntad política de revisar la historia pero tratando de mantener un tono ligero y dinámico.

Pero la fluidez de la trama que cruza elementos románticos y de cine de aventuras, nunca pierde su eje central que es desarrollar un discurso político crítico respecto del estado de la sociedad alemana contemporánea.
El director construye un escenario en el que hace visible una sociedad opulenta dentro de un mundo desigual, y en la que los protagonistas se revelan frente al modelo de vida imperante. Peter y Jan mantienen vivas las utopías libertarias en sus acciones y en una discursividad, sobre todo Jan, nutrida de la jerga anarco marxista.
La película habla de acciones políticas de resistencia y de denuncia frente a una forma de vínculo social que propone el sistema; pero también podría pensarse que tras el primer plano del discurso político, habla de la vida, de cómo enfrentar los mandatos de la sociedad de consumo, para mantenerse vivo.

Otro tema interesante que plantea la película es la de la judicialización de las relaciones cotidianas, el vértigo de vida y el desgaste emocional que los vínculos sociales conflictivos generan han ido construyendo un espacio en el que es el sistema judicial (jueces, abogados, leyes) quien toma de forma impersonal decisiones que atañen a la relación personal de los individuos. El episodio del choque automovilístico entre Jule y Hardenbergen, que está en el origen del desarrollo de la trama, hace referencia a esa situación.

Jan, Jule y Peter estructuran un triángulo que hace recordar al de la película de Truffaut Jules et Jim, dos amigos enamorados de una misma mujer, pero la versión del director austriaco toma el conflicto que el triángulo amoroso genera como un punto de crítica sobre el individualismo y la posesión amorosa, mientras que el galo se concentraba, con un tono más trágico, en los ribetes individuales de la pasión.


Los edukadores tiene dos momentos muy claros de cambio tanto en el relato como en la conducta de los personajes, el primer punto de giro de la historia se desarrolla durante la cena en la que Hardenberg pide que le conviden marihuana, hecho a partir del cual su figura cambiará de la del burgués adinerado a la de militante revolucionario de los 70, cambio que ira fortaleciendo su posición y debilitando la de sus secuestradores hasta provocar la crisis interna cuando Peter descubre que Jan y Jule están viviendo un romance. Lo interesante que se produce en esa nueva situación es que Hardenberg ha sido lo que ellos son hoy, las ideas y la visión del mundo que el trío encarna fueron las mismas que el secuestrado tuvo a la edad de ellos. El director simpatiza claramente con ciertas ideas, pero la película de alguna manera plantea que no son las ideas lo importante. El cartel que Jan, Jule y Peter le dejan a la policía y a Hardenberg: “hay gente que nunca cambia” plantea que Hardenberg ha podido cambiar de ideas porque él no ha cambiado, o dicho de otra manera que las ideas y los discursos son fáciles de tomar y repetir, que pueden ser parte de la imagen de los individuos; que en definitiva lo que hace la diferencia son las actitudes.
En la elección que Weingartner hace de Hardenberg hay una puesta en cuestión de quienes fueron sujeto de las revueltas estudiantiles de fines de los 60, no hay dudas que en más de un sentido ayudaron a cambiar el mundo, pero tampoco la hay de que el mundo sigue siendo en sus determinaciones básicas, el mismo, y que algunos o muchos de los que hace cuarenta años eran Jan, Jule o Peter, ahora son Hardenberg.
El segundo punto de giro de la historia y de los personajes, el que les permite superar el estado de indefención en el que han quedado luego de conocer la historia de Hardenber y sus propias traiciones, se da cuando Jule dice que todo lo que han hecho fue solo por salvarse ellos, que no hay cobertura ideológica ni política. Jule pone sobre la mesa la verdad y Peter y Jan se encolumnan detrás de esa consigna. La verdad es lo que les permite salvar el grupo y salvarse de la delación de Hardenberg.

El punto más alto de la película esta sin dudas en la construcción de los cuatro personajes centrales, todos dotados de características e historias que los individualizan y los distinguen. Dotados de una realidad que emana de las contradicciones, los temores, las limitaciones que cada uno expone. Peter y Jan son el núcleo de la acción política, pero son bien distintos, mientras Peter es más acto irreflexivo; Jan esconde sus temores en una discursividad libresca que acompaña de cierta rigidez. Pero todo en Jan se vuelve semblante a la hora de seducir a la novia de su amigo. Jule es la que está efectivamente en el mundo que los edukadores atacan, ella es la que trabaja y la que sufre la presión de las deudas; Jule es la que parece arrancar más de atrás, pero finalmente es la que accede a las respuestas que les permiten superar la encrucijada en la que se han colocado.
Ninguno de los tres personajes actúa como la encarnación de un ideal ético- político, como ejemplo de una moral, esto es posible porque rechazan la moral social y porque no hay en el recorte que realiza la película organización política que construya e imponga una moral, Peter, Jules y Jan tienen ciertas ideas pero centralmente deciden en cada momento qué es lo que deben hacer. Así Peter se roba un reloj y Jan lo reprende fuertemente; o Jan engaña a su amigo teniendo un romance con Jules; o los tres realizan el secuestro de Hardenberg para protegerse a si mismos.
Hardenberg es también un personaje excelentemente construido, que crece y se transforma en el desarrollo de la película; que es y no es, manteniendo un fascinante grado de ambigüedad.

El punto más bajo de la película está en la construcción de los personajes secundarios que definen la idea de Weingartner acerca de la burguesía alemana, de sus formas de ser y sus conductas. Los ricos arquetípicos están construidos a partir de un solo trazo: los clientes del restaurante; los dueños del restaurante; la familia que regresa a su casa y descubre lo hecho por los educadores, son solo egoísmo, violencia y ceguera del otro sostenidos en la prepotencia del poder. Son solo escenografia, datos del contexto social que el director critica.

Weingartner trabaja muy bien el espacio de la acción como elemento crítico. La ciudad, el escenario de la vida moderna, es el espacio del conflicto, del imperio de la norma y la ley; fuera de ese espacio y fuera del lugar que cada uno ocupa en ese funcionamiento social aparecen las posibilidades del diálogo, del relato, del encuentro personal de los protagonistas, es ese espacio incluso el que de alguna manera opera para que Jule, Peter y Jan den un salto en el nivel de sinceridad para con ellos mismos y entre si, enfrentando lo que realmente sienten, son y han hecho.

Raul Finkel

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