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viernes, 28 de septiembre de 2012

No tan nuestras

No tan nuestras
Ficha técnica y artística.
Origen y año: Argentina, 2005
Duración: 73 minutos
Producción: Corta la bocha cine
Guión: Ramiro Longo
Fotografía: Julio Roldán.
Entrevistas: Ramiro Longo y Leonel Pazos Scioli
Montaje: Ramiro Longo y Martín Infihar
Música original: Braulio D´aguirre
Producción: Ramiro Longo, Martín Inihar y Pablo Grandinetti



Cualquier tipo de intercambio que comienza con un no pone una distancia, plantea un enfrentamiento, fija una posición de quien ha pronunciado la negativa frente al resto. Pero el no del que estamos hablando es mucho más fuerte, es el inicio de una frase altamente provocadora. “No tan nuestras”, dicho respecto de las islas Malvinas es una afirmación que no se oye muy a menudo en público, ya que implica un posicionamiento contrario al de la inercia social, al de los medios de comunicación, al de la Historia, al de la política. Decir en la Argentina que las Islas Malvinas no son tan nuestras, es asumir un riesgo importante, porque Malvinas es en varios sentidos un tema tabú en nuestra sociedad: lo es respecto de la vida posterior de los ex combatientes, de la forma en que la sociedad los asumió y también lo es respecto de una discusión abierta, ya que en general lo único que puede ser dicho con total libertad es que las Malvinas son Argentinas.
El propio director dice en una entrevista: “[…] la ambigüedad del título de este documental se transforma en una alternativa, en una posible opción, en un disparador frente a las múltiples miradas sobre ese pedazo de tierra definitivamente robado por el gobierno británico y muy poco defendido por el pueblo argentino”[1]
Pero No tan nuestras, luego de presentarse con un título tan perturbador e inquietante, elige recorrer un camino mucho más interesante que el de la provocación o la denuncia. Es una película conmovedora e inteligente que invita más a pensarnos que a posicionarnos.
En principio tenemos la sensación que la película de Longo es solamente un documental construido en base a un único testimonio, el del soldado ex combatiente Sergio Delgado, que desgrana su experiencia, y la marca que dejó en su vida esa experiencia bélica en Malvinas. Pero la película es mucho más que eso, el director ha recogido el testimonio y ha seleccionado los momentos más importantes, pero además ha realizado una búsqueda y una selección de imágenes y audios de archivo que le permite reconstruir una época y muchos de los discursos sociales que le son propios.
Así, descubrimos que No tan nuestras tiene un doble objetivo: transmitir la experiencia humana de la guerra de Malvinas, para lo cual el testimonio de Sergio Delgado es el camino exacto; y contraponer esa experiencia humana con otra serie de discursos que recorrieron o recorren la sociedad argentina.

El inicio de la película es inquietante, la cámara se mueve sobre un planisferio y se detiene en las Islas Malvinas, la imagen es de un tono sepia, un iris se cierra sobre el dibujo de las islas y borra los bordes del cuadro, remitiendo a una foto antigua. La imagen borrosa late y la banda sonora, un ruido fantasmal, cobra presencia. Malvinas como un fantasma.
Se sobreimprimen frases que sintetizan la historia del conflicto, el final es el de las cifras de muertos por la guerra: 649 bajas argentinas y más de 350 suicidios posteriores.





¿Quién brinda el testimonio?

Sergio Delgado es el narrador ideal para transmitir la experiencia humana de la guerra de Malvinas. Su lenguaje es el de un chico de barrio, rápido e inteligente, sin muchos más recursos que los de su experiencia. Sus palabras son sencillas, son las que emplea una persona que está intentando contar algo que le ha sucedido, no construyen un discurso de tono ideológico ni político. Su mirada es transparente todo el tiempo, sus gestos son absolutamente cordiales y naturales. Su cuerpo frente a la cámara transmite sensación de tranquilidad, de no ocultar nada. Es simpático y tiene humor. Sergio Delgado habla frente a cámara y nosotros bajamos todas las barreras y nos entregamos a su testimonio.

Sergio es un antihéroe, su imagen y sus palabras nunca lo colocan en un lugar de admiración; en todo momento cuenta sus miedos, su llanto, sus dolores; se pone en ridículo, sale de situaciones tensas con chistes, remite su experiencia a imágenes simpáticas y conocidas, como los tres chiflados o la pantera rosa. Vemos el dobladillo roto de su sobretodo y su relación con el calesitero.
Sergio cuenta, casi sin interpretar lo sucedido, no plantea ninguna denuncia discursiva contra el Ejercito Argentino, pero cuenta cómo en su primer día en las islas, yendo a marcha forzada hacia Monte Longdon, un oficial le pegó porque dejó caer su bolso, cuenta cómo lloró; cuenta que su arma nunca funcionó; que no tenían comida, que la principal actividad durante meses fue conseguirse el alimento, caminando kilómetros para poder “robar” algo de lo que estaba acumulado en Puerto Argentino; cuenta de la incapacidad que se tuvo para poder leer lo que un radar mostraba; de la soledad, casi abandono, en la que estuvieron los soldados todo el tiempo; pero sus experiencias nunca son una conclusión, nunca enuncia una sentencia. Solo le escuchamos contar lo que a él pasó.
Y algo aún más sorprendente, su relato nunca destila odio; en un momento, a raíz de una pregunta que nosotros no escuchamos, y que seguramente refería al trato de la oficialidad, Sergio dice que ahí cada uno se comportó como lo que era, algunos se comportaron bien y otros no.
Lo primero que aparece claro en sus palabras es que era apenas un adolescente, que no sabía muy bien por qué, ni para qué estaba ahí.
Nada se nos dice de Sergio más allá de Malvinas, sólo los antecedentes cercanos a la participación en la guerra y las consecuencias más directas, las físicas. Más allá de eso no sabemos nada, hay fotos de una mujer y de una nena, pero nunca se dice nada de su vida más allá de la experiencia Malvinas.

Más allá del testimonio: el director y nosotros.

Pero No tan nuestras no es sólo Sergio Delgado, no es solamente la experiencia humana de la guerra, si fuese solo eso podría conmovernos, hacernos llorar, indignarnos contra la guerra como actividad humana. Pero la intención de Longo es otra, es hacernos pensar sobre nosotros como sociedad, sobre nuestro vínculo con las Malvinas; sobre la importancia de las Islas en nuestra vida cotidiana; sobre los discursos mediáticos que recorrieron y recorren la sociedad en torno del problema Malvinas.
¿Qué sucede cuando la experiencia individual de la guerra de Malvinas se confronta con los discursos sociales sobre la guerra? ¿Qué nos genera?
Luego de la apertura sobre el mapa de las islas, con las frases introductorias sobreimpresas borrándose, y antes de que veamos o escuchemos a Sergio, una voz en off se deja oír: “La Historia de la Argentina se hizo siempre así. Con el sacrificio de sus mejores hijos.” No se identifica la voz, tal vez sea la de Galtieri, pero no estamos seguros, el anonimato no hace más que reforzar lo que oímos, esa máxima macabra no se refiere sólo a un acontecimiento de nuestra historia sino a toda ella.
Pero la no identificación tiene otras resonancias, Longo hace que esa frase no esté respaldada por un cuerpo, que nadie se exponga para sostenerla, lo contrario de lo que ocurre con Delgado que sí sostiene sus palabras con su presencia.

El relato de la película está guiado por el testimonio de Sergio, que se despliega cronológicamente, pero la imagen tiene otro recorridos, se va de Sergio hacia imágenes de archivo que muestran actores políticos; actos populares; programas televisivos; propagandas; imágenes de la guerra; lo otro que sucedía más allá de la experiencia de Sergio.

Así, vemos la Plaza de Mayo llena celebrando la recuperación de las islas y a Galtieri hablando desde el balcón de la casa Rosada. Escuchamos voces de gente anónima declarar ante los micrófonos la alegría por haber echado a “los piratas”. Vemos a políticos, empresarios y militares en la ceremonia de asunción del General Menéndez como Gobernador de las Islas. Galtieri nuevamente, desafiando a los ingleses a que vengan, frente a una plaza atestada de gente. La imagen vuelve a Sergio que dice que Malvinas le cambió la vida, fueron un año de colimba, tres meses de guerra y muchos años de recuperación.
Las voces de Nicolás Kazansew y José Gomez Fuentes siguen repitiendo los discursos triunfalistas y la publicidad nos convoca: “Argentinos a vencer”, mientras Galtieri vuelve sobre la idea madre: “si la bandera celeste y blanca es arriada será porque no queda ningún argentino vivo en las islas”.

Sergio cuenta de las caminatas por comida; las bondiolas; el pozo en el que vivía; el sonido de las bombas; el cotidiano poco heroico de la guerra; el acostumbramiento a todo. Y las frases huecas se hacen más pesadas.
Las imágenes del Papa nos anuncian el final. Pinki y Cacho Fontana conducen 24 horas por Malvinas y dan lugar a voces de padres y madres orgullosas y emocionadas. El General Menéndez dice: “No miremos con quién nos enfrentamos, lo que importa es la voluntad de vencer”, mientras vemos a Margaret Thatcher junto a Ronald Reagan. Sergio nos cuenta la noche del 10 de Junio, cuando la guerra se le metió en su cuerpo para dejarle marcas y una bayoneta le quietó la vida al cuerpo que tenía pegado al de él, el de su amigo. Aún resuenan en nuestros oídos las frases anteriores al testimonio de Sergio, sobre todo una, que decía: “Como madre me siento muy orgullosa de tener a mi hijo allí.”

Pero no todas son imágenes de archivos televisivos, Malvinas tiene su presencia en el presente de la filmación de la película. Una serie de vitrinas referidas a la Guerra de Malvinas, dentro del Museo Julio Argentino Roca, en el Interior de las instalaciones del Regimiento 7, en la localidad de Arana, en los confines de la ciudad de La Plata.






¿Quiénes son los otros? Vínculos y diferencias.

El 11 de Junio de 1982, durante la Batalla de Monte Longdon Sergio Delgado es herido por una granada y es tomado prisionero. Por primera vez los ingleses aparecen en su relato, y su presencia actúa como un otro que obliga a la reflexión. Sergio dice: “Pero muy humanos los tipos, por sobre todas las cosas muy humanos. De hecho todo lo que te cuento, mi vida depende mucho de ellos también, a pesar de que me quisieron matar. Les debo la vida a ellos también. Ellos me recogieron como herido, ellos me llevaron, entendés, ellos me curaron. Me quisieron matar pero después como que se hicieron cargo. Me llevaron, me curaron, me atendieron. Por eso me gustó lo que dijiste vos recién de que si las cosas hubiesen sido al revés. No se qué hubiésemos hecho nosotros.” De nuevo sus palabras suenan carentes de odios. Sergio no recuerda enemigos, recuerda gente y sus conductas. Gente con la que más allá de las diferencias lingüísticas se podía entender gracias a otros vínculos culturales; el rock aparece como un puente, Queen, Led Zeppelín, Deep Purple, funcionaron como palabras clave entre el herido argentino y los tripulantes británicos del buque hospital Uganda. El rock como experiencia común, como vínculo generacional que permite el lazo más allá de las distancias. Muchos años después comenzaríamos a repetir un concepto comodín, globalización; en Junio de 1982, en el pacífico sur, Sergio podía experimentar parte del significado de esa idea.

Resulta paradójico que aquello que en la Argentina estaba prohibido difundir, el rock en ingles, es uno de los rasgos de identidad de un soldado que ha combatido defendiendo las posiciones argentinas. Más paradójico aún es que el conflicto bélico diera carta de respetabilidad cultural y social al rock nacional, hijo del rock angloparlante, que hasta el 1 de Abril fue uno de los blancos de crítica y persecución del régimen militar, en tanto elemento de identidad cultural de adolescentes y jóvenes.
El contacto con los ingleses se cierra con el recuerdo de un último episodio, el de la sábana, que suma más argumentos a una pregunta que sobrevuela el testimonio: ¿de quién estoy más cerca?


Un final en el inicio
Salvo en una escena, en la plazoleta de homenaje a los combatientes de Malvinas en Lanús, no hay intervención del entrevistador, lo que oímos es siempre el relato de Sergio Delgado, sin las preguntas que orientan sus palabras. Pero llegados al final se produce el diálogo, y Ramiro Longo hace una pregunta clave: “¿Volverías a Malvinas si… con esa mentalidad… hubiera una guerra?”. Delgado contesta sin titubear: “No… para nada, no me interesa, con ese fin, no. Volvería porque estuve ahí, para visitar la tumba de los caídos, por una cuestión de respeto. De combatir… con nadie”. El testimonio de Sergio no deja dudas acerca de la distancia respecto de los discursos exitistas, patrioteros, que entienden la nación solo como un conjunto de símbolos vacíos, discursos que piden sangre, inmolación. El relato de Delgado y la edición de Longo se articulan para preguntarnos cómo hacer para que Malvinas no sea un símbolo unánime y hueco, similar a la selección de fútbol en cada mundial, sino una construcción real, cotidiana, de la que la sociedad pueda hacerse cargo.

Y en el final volvemos al principio. La película termina y uno vuelve sobre las frases sobreimpresas en el inicio, sobre los números, “…350 suicidios desde el final de la guerra hasta la actualidad”, ¿qué pasó con esa plaza llena que festejaba la recuperación de las Malvinas?, ¿dónde quedó, después de la derrota, la algarabía que la guerra despertó?, ¿cómo nos hicimos cargo de los adolescentes que mandamos a la guerra?, ¿cómo asumimos, en tanto sociedad, nuestras decisiones y responsabilidades? Trescientos cincuenta ex combatientes que se suicidaron hablan de cierto abandono, de falta de interés, de gente que cargó con una decisión de la sociedad y después tuvo que arreglárselas sola. No tan nuestras, más que repetir denuncias conocidas, nos denuncia.
Ramiro Longo pone nuestra atención sobre un lugar poco frecuentado, se corre de la afirmación soberana; de las denuncias de traición, y mira hacia otro lado, uno en el que aparecemos todos, y se pregunta y nos pregunta no sólo acerca de Malvinas, nos pregunta acerca de nuestro funcionamiento como sociedad, acerca de nuestra Historia, de aquello que permanece y se repite.

Acerca del director


Ramiro Longo nació en Marzo de 1977 en la Ciudad de Buenos Aires. En 1999 egresa de la carrera de Dirección y producción de Cine y Televisión, ha realizado varios cortometrajes, entre ellos “Vamos ganando”, corto de ficción premiado en una docena de festivales nacionales e internacionales. Es Co fundador del espacio cine independiente (www.cineindependiente.com.ar)





Filmografía

"No tan nuestras" (2004). Largometraje documental"Vamos ganando" (2000). Cortometraje"No descansarás" (1999). Videoclip"Año nuevo (Vida nueva)" (1999). Cortometraje"Mujeres (12 razones)" (1998). Cortometraje


Algunos apuntes acerca del cine documental

El sentido común generado desde los medios de comunicación coloca al cine documental en un lugar muy cercano al del noticiero de televisión, quizás como un desprendimiento del noticiero que cuenta con mucho más tiempo para profundizar. Pero sea como sea, la idea generalizada es que tanto las imágenes de los documentales como la de los informativos de TV son: objetivas. Algunas definiciones del diccionario suman a esta idea Documental: "Que se funda en documentos, o se refiere a ellos // Dícese de las películas de cine que representan, con propósito meramente informativo, hechos, paisajes, experimentos, etc."
Así creemos que el documental es lo que pasan por Discovery, History Chanel, Animal Planet o Canal A. Películas que tienen como objetivo único ser claras, transparentes, a veces hasta el aburrimiento. La TV nos ha habituado a dos o tres formatos de documentales, a saber: 1) Película histórica donde una voz en off lee la clase que un profesor de historia ha escrito mientras vemos imágenes de archivo que ilustran lo que escuchamos, en algunos casos tienen insertos de autoridades sobre el tema que profundizan brevemente sobre la cuestión; 2) Películas de lo exótico: lugares, sociedades, animales, viajes, o sea imágenes que, por lejanas del cotidiano de nuestras miradas, se transforman en interesantes; 3) Películas de personajes, biográficas, en las que nos enteramos del costado oscuro y secreto del famoso.

Pero la historia del cine documental es otra y muy rica. En 1926 John Grierson, cineasta ingles, lo definió como “un tratamiento creativo de la realidad”. Un claro cruce entre la subjetividad y lo real. Imágenes tomadas de la realidad que necesitaban un tratamiento creativo del director para poder generar una mirada que nos permita ver más allá de lo aparente, más allá de las maraña de discursos ideológicos que ocultan lo real.
Tratamiento creativo podría ser tomado como un eufemismo de manipulación del material tomado de la realidad, como el producto estético de la subjetividad del artista frente a la realidad. También es interesante aclarar que no existe ninguna imagen de la realidad que sea objetiva, porque toda imagen que se toma, sea analógica, electrónica o digital, implica una serie de elecciones (lente, distancia, encuadre) que generan un recorte de la realidad que es siempre subjetivo.
No tan nuestras es un buen ejemplo de este proceso. Longo tiene el registro de las entrevistas con Delgado y el material de archivo de la época; con esos elementos construye un discurso, nos transmite unas inquietudes sobre Malvinas, que no están en ninguno de los materiales que usa sino en el recorte que él ha hecho y en la relación que ha establecido entre esos fragmentos. Nada más alejado de la objetividad, No tan nuestras es un documental que expresa la mirada subjetiva de su director y probablemente del grupo de gente que la realizó.
Actualmente ha comenzado a utilizarse la idea de “cine de no ficción” como forma de despejar la involuntaria carga de “objetividad” que la idea documental porta. El cine de no ficción contemporáneo es tal vez el más genuino cine independiente, fundamentalmente por ser un espacio de búsqueda y de experimentación tanto en lo formal como en lo expresivo, tanto en el cómo filmar, como en el qué decir. Hay muchos directores y películas de no ficción que merecen el esfuerzo de ser buscadas, porque nos brindan miradas muy ricas, inteligentes y creativas sobre distintas problemáticas actuales. Las películas de Andres Di Tella, Fotografías (Argentina, 2007) y La televisión y yo (Argentina, 2003), en las que preguntándose sobre su historia familiar el director termina repensando la historia argentina; Nieblas de guerra (EE.UU.; 2003) de Errol Morris, un hipnótico reportaje a Robert McNamara, secretario de Estado Norteamericano durante los gobiernos de Kennedy y Johnson; Los espigadores y la espigadora (Francia, 2000) de Agnes Varda, una película única que comienza pensando en los desperdicios materiales de nuestra sociedad y las posibilidades del reciclaje para terminar realizando una de los más bellas e inteligentes radiografías de la sociedad moderna; En construcción (España, 2001) de José Luis Guerín, una mirada antropológica sobre un espacio, un centenario edificio en el barrio chino de Barcelona que se derriba para construir unas modernas torres; Ser y Tener (Francia, 2002) de Nicolas Philibert, una escuela rural en un pequeño pueblo frances; Los Rubios (Argentina, 2003) y Papá Ivan (Mexico- Argentina, 2000) María Ines Roqué que trabajan desde elecciones estéticas y narrativas casi antitéticas una misma realidad, la de hijos de desaparecidos y asesinados por la última dictadura militar.



Raúl Finkel


[1] Ramiro Longo, “Malvinas: Por qué “no tan nuestras”” en: Malvinas en imágenes: crónicas, testimonios y ficciones. Dossier publicado por CEPA, Ministerio de Educación, Gobierno de Buenos Aires, 2007.

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