Audio de la Facultad

miércoles, 29 de febrero de 2012

Efectos del sistema guarani

Lectura – Carta pública de Adolfo Pérez Esquivel

Las Malvinas son argentinas y la Argentina también.

Los argentinos somos como el tango, protestones, llorones y con más vueltas y firuletes que perro para acostarse. Pareciera que vivimos la angustia existencial de los Siglos XX y XXI- que Discepolín expresa en Cambalache. A pesar de todo no perdimos la ternura, la solidaridad y la capacidad de dar vuelta la tuerca trabada.

Pero nos cuesta sumar voluntades, construir juntos y dialogar, se anteponen las diferencias y la permanente confrontación e intolerancia, de creer que somos los dueños de la verdad.

Terminamos enredados en discusiones interminables, como sobre la guerra de las Malvinas a 30 años, y todo lo que significa para nuestro pueblo. Surgen diferencias sobre la soberanía argentina. Grupos de ex soldados reclaman el reconocimiento de las autoridades. Grupos de intelectuales se manifiestan unos a favor de los kelpers, al derecho de autodeterminación, sin evaluar en qué consiste. Otros, en defensa de la soberanía argentina. Pocos tienen la sabiduría de profundizar en el análisis e historia de nuestro pueblo.

Hace un día, un amigo me dijo- Tienen que ver el Tratado de Torrecillas y allí comprobarán que las Islas Malvinas fueron territorio español y después de la independencia, de Argentina por derecho propio.

Los opositores están en contra de todo lo que hace el gobierno, no importa qué, lo importante es decir no a cualquier decisión, su objetivo es “serrucharle el piso, la silla y el edificio de la Rosada”, con eso les basta para justificar hasta lo injustificable. Así les fue, la falta de ideas y proyectos de país se proyectaron en la derrota electoral.

A esto se suma la situación y problemas en las provincias donde gobernadores, inescrupulosos y feudales, se venden por 30 monedas al mejor postor, a las empresas de la mega-minería, a los terratenientes para los desmontes y los monocultivos.

El gobierno con los miedos acumulados para no irritar a la fiera del Club de París, que reclama el pago de la deuda externa, más los intereses, termina subsidiando a un club que el único deporte que practica es expoliar a los países pobres y beneficiar a los centros financieros internacionales.

A todo esto, lamentablemente se suma el trágico accidente en la estación ferroviaria de Plaza Once, con 51 muertos y más de 700 heridos y aquí se desata la parafernalia de acusaciones. Todos buscan un culpable, no importa quien, es necesario encontrar un chivo expiatorio para que todo siga su curso hacia el tacho de basura y taparlo, para que no huela ha podrido.

La oposición culpa al gobierno, el gobierno a la empresa, la empresa al maquinista, los sindicatos ferroviarios defiende al compañero. Los familiares de las víctimas reclaman el derecho de Verdad y Justicia, quieren saber porqué, ese ser querido que salió de la casa no regresó más. La muerte lo arrebató. Los heridos volverán con el dolor a cuesta y la cicatriz en el alma. ¿Pudo evitarse la tragedia?

El gobierno no oye otra cosa que su ruido de estómago. Es necesario que comience a escuchar la voz del pueblo. No los ruidos. El gobierno de Cristina Fernández tiene muchos problemas a resolver.

Hay que hacer memoria y reconocer que tuvo muchos aciertos. El país logró salir de un pozo jodido de especuladores y empresarios inescrupulosos, que aplicaron, “el terrorismo económico”, vaciando el país, y bancos que estafaron a los ahorristas, empresas que sacaron el dinero del país y cerraron las fabricas, dejando al pueblo acorralado en un estado de indefensión total.

Los trabajadores no se dieron por vencidos, recuperaron las fuentes de trabajo y defendieron las fábricas recuperadas, las asambleas barriales y el trueque.

Tuvimos 5 presidentes de la Nación en una semana, batiendo todos los records del libro Guinness, fue una maratón en el menor tiempo posible, sin moverse del lugar. No fue una tarea fácil salir de la debacle a que llevaron al país. No hay delincuentes presos del terrorismo económico, quienes robaron al pueblo. Pero sí una ley antiterrorista para los movimientos sociales.

Ese vaciamiento y golpe de Estado económico fue posible por la falta de gobernabilidad y proyecto de país, por la complicidad de gobernantes y de un personaje nefasto para el pueblo que estuvo 10 años en el gobierno, quien, para complacer sus relaciones carnales con los EEUU, terminó malversando la soberanía nacional y entregando empresas, recursos y bienes naturales a manos de los capitales extranjeros. La política tiene que sustentarse en valores éticos, sociales, culturales y políticos, caso contrario se transforma en un lodazal podrido con olor a mierda.

Lo mismo pasa en las provincias feudales del país con la minería a cielo abierto, los monocultivos, los agro-tóxicos, la destrucción de los recursos naturales y los desmontes.

Cuando los movimientos sociales y los pueblos originarios reclaman sus derechos, la respuesta es aplicarles la ley antiterrorista y la represión. Por favor pongámonos de acuerdo en algunas cosas básicas:

Las Malvinas son Argentinas y la Argentina también.

El país no tiene soberanía nacional y esa situación la estamos sufriendo. El gobierno pedalea en la bicicleta de piñón fijo, sin poder avanzar y construir nuevos paradigmas de vida para el pueblo. Un país que no tiene capacidad de decidir sobre sus recursos y empresas base, es un país sin soberanía. Los que deciden el curso del país y toman las decisiones son los de afuera, que se comen a los de adentro.

La voracidad es infinita, como las empresas mineras, YPF, el agua, y el triste recuerdo de Aerolíneas Argentinas que fuera desmantelada por IBERIA y que todavía nos duele. Pongámonos de acuerdo, por lo menos en las cosas básicas.

Hay que apoyar al gobierno en el reclamo sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwiches del Sur y asumir el compromiso de continuar la lucha hasta lograrlo, tanto a nivel nacional, internacional y con el apoyo latinoamericano.

Esto va más allá del gobierno democrático de turno, es una causa nacional, no significa ser obsecuente con el gobierno, hay que apoyarlo y luchar para que el país no fracase y recuperar la soberanía nacional. Si fracasa el gobierno, fracasamos todos.

Debemos reclamar al gobierno políticas que permitan recuperar la soberanía nacional, los recursos y bienes naturales, las empresas estratégicas para disponer de la capacidad de decisión soberana. Las redes ferroviarias, con un nuevo diseño en función del desarrollo integral del país y no la estructura actual agro-exportadora heredada de los ingleses, obsoleta y decadente.

El desafío es construir un proyecto de país viable, que hoy no existe, la política que se lleva adelante es el neoliberalismo aggiornado que nos está fagocitando y el clientelismo político que no resuelve el problema de la pobreza y el hambre.

Estos cambios son posibles y debemos superar nuestras limitaciones y apoyar al gobierno en bien del pueblo y tener claro que las Malvinas son Argentinas y la Argentina también. Es el camino de un proyecto nacional y popular, más allá de las palabras y las buenas intenciones.

Adolfo Pérez Esquivel

Premio Nobel de la Paz

Extraido de: http://blog.comisionporlamemoria.org/bl/?p=4453

lunes, 27 de febrero de 2012

"Todos los días en Argentina fallecen entre 20 o 25 personas en accidentes de tránsito, y otro tanto queda mutilado o discapacitado. Cada tres días se produce el equivalente al choque de un tren, pero la repercusión en los medios y en la sociedad es imperceptible. Estos accidente se producen por falta de control del Estado, malas condiciones de las rutas, negligencia y falta de responsabilidad de los conductores. Muchas de las voces que se alzaron por el accidente del tren en Once son potenciales asesinos al volante porque todos los días violan sistemáticamente las leyes de tránsito. En la actualidad los muertos se dividen en categorías relacionadas a la trasendencia en los medios de comunicación, según la clase social o si el tema se puede politizar o no . Triste destino el de una sociedad que ante la tragedia no tiene la capacidad de reflexión y respeto por las víctimas, y solo apela a la exaltación y al grito destemplado"
Reflexion extraida de: Coke Ce

lunes, 20 de febrero de 2012

Carta abierta a los padres argentinos - Gente

Buenos Aires, 16 de diciembre de 1976

(Revista “Gente”. Texto completo)

Pasaron los buenos y viejos tiempos. ¿Se acuerda? Un día de marzo. Primer día de clases. Guardapolvo blanco y almidonado. Trenzas. O moño azul. Su hijo o su hija “empezaban la escuela”, como solía decirse. Mucha emoción, un poco de miedo, algunas lágrimas. Pero en el fondo, una gran tranquilidad. “Me dijern que la señorita Rodríguez es una monada, que quiere mucho a los chicos”. Después, la primera fiesta patria. Y su hijo, a lo mejor, abanderado. Los buenos y viejos tiempos.

Así, a vuelo de máquina, le quiero recordar algunos hechos, algunos nombres, algunas cifras. Después del 25 de mayo de 1973, cuando Cámpora asumió el poder y liberó a los guerrilleros, la izquierda marxista que había trabajado en todos los frentes para facilitar ese asalto al poder recibió el premio más codiciado: la conducción de la educación del país. Un marxista ocupó el Ministerio y un cura tercemundista que había dejado los hábitos para casarse quedó como responsable de la enseñanza privada. La guerrilla ocupó facultades, expulsó profesores y convirtió las aulas que usted pagaba -no lo olvide, que usted pagaba- en arsenales y muestrario de hoces y martillos y banderas rojas. A su hijo le impusieron una materia (estudios de la realidad social argentina) que lo obligaba a leer libros de Marx, Engels, Fidel Castro y el “Che” Guevara. A eso se le llamó “transformación educativa y cultural”. Linda frase. Sonora. A lo mejor a usted mismo le pareció, entonces, algo importante. ¿Sabe qué significó esa materia y esa “transformación educativa y cultural”? Anote: 5757 profesores expulsados. En pocas palabras, una purga marxista a la manera de la Unión Soviética. Su hijo, por aquellos días, oía hablar del “compañero decano”, de “liberación”, de “patria socialista”. El marxista peronista Rodolfo Puiggrós gobernaba la Universidad de Buenos Aires, y la de Bahía Blanca la manejaba el terrorista Víctor Benamo. Mientras tanto, Francisco Urondo, un escritor marxista implicado en el asesinato del almirante Berisso, hacía y deshacía en Filosofía y Letras. Raúl Aragón, rector del Colegio Nacional Buenos Aires, proclamaba: “Los combatientes lucharon por el cambio y son la garantía de una Argentina que va hacia el socialismo. Hay que continuar la lucha..” Se llegó a proponer un sistema curioso. Que los alumnos se calificaran mutuamente, o bien que se prorratearan las notas. Ejemplo: su hijo, con esfuerzo y tal vez sacrificio, estudiaba y sacaba un 10. Un compañero de su hijo, que no estudiaba y se pasaba el día pintando carteles guerrilleros, sacaba un 1. Pero como estaba prohibido “estimular la competencia capitalista” el 10 de su hijo se dividía por 2, y así le tocaban 5 puntos al vago guerrillero, que además gozaba de todas las ventajas de una universidad gratuita. La que usted, con sus impuestos, les regalaba. Le puedo contar cien o mil casos similares. Pero creo que es suficiente.

Durante ese tiempo, muchos hijos de familias honestas y trabajadoras, de familias que los habían educado dentro de un sistema de valores donde Dios, la Patria, la familia, el respeto por el prójimo, la escuela, la propiedad y las jerarquías ocupaban un lugar importante, fueron adoctrinados sutilmente. Los ideólogos de turno les dijeron que todo eso era mentira, y en muchos casos consiguieron que su presa empuñara las armas y pasara a la guerrilla. Yo supongo que muchos padres vieron el peligro. Las malas compañías, las reuniones sospechosas, los libros extraños, el desorden de costumbres. Pero no hicieron nada. No se defendieron contra la agresión. Se callaron. Fueron cómplices. Por amor o por comodidad o por indiferencia o por cobardía fueron cómplices. No hablaron con sus hijos. No les preguntaron nada. No intentaron detenerlos. Tampoco denunciaron el caso cuando se desató -por fin- la lucha contra la guerrilla. Y a lo mejor terminaron en la morgue, reconociendo el cadáver de su hijo o su hija. Cuando era demasiado tarde para arrepentirse.
Después del 24 de marzo de 1976, usted sintió un alivio. Sintió que retornaba el orden. Que todo el cuerpo social enfermo recibía una transfusión de sangre salvadora. Bien. Pero ese optimismo -por lo menos, en exceso- también es peligroso. Porque un cuerpo gravemente enfermo necesita mucho tiempo para recuperarse, y mientras los bacilos siguen su trabajo de destrucción. Hoy, aún cuando el fin de la guerra parece cercano, aún cuando el enemigo parece en retirada, todavía hay posiciones claves que no han podido ser recuperadas. Porque hay que entender algo, con claridad y para siempre. En esta guerra no sólo las armas son importantes. También los libros, la educación, los profesores. La guerrilla puede perder una o cien batallas, pero habrá ganado la guerra si consigue infiltrar su ideología en la escuela primaria, en la secundaria, en la universidad, en el club, en la iglesia. Ese es su objetivo principal. Y eso es lo que todavía puede conseguir. Sobre todo si usted, que tiene hijos, no está alerta.

Entienda algo y de una vez por todas. Esta guerra no es de los demás. También es suya. Si usted manda a su hijo a un colegio -religioso o laico- cumple apenas una obligación civil. Eso no es lo más importante. Lo importante es que cumpla también con las leyes morales de su sociedad y su cultura. ¿Cómo? No es tan difícil. Interésese por los libros que los profesores o los sacerdotes le recomiendan a su hijo. Sea cauteloso ante las actividades escolares que no son estrictamente materias de promoción, como por ejemplo Catequesis o Moral. No mire con indiferencia o con absoluta conformidad otras actividades que se presetan a desviaciones: los campamentos, los encuentros de convivencia, los retiros espirituales, las visitas a villas miseria. Usted tiene una gran responsabilidad en esto. Porque uste no sabe -no puede saber- qué cara tiene el enemigo. O de qué se disfraza. Usted le entrega, le regala a su hijo a la escuela durante muchas horas por día – a veces durante semanas enteras- e ignora qué ocurre. Seguramente lo estarán educando como corresponde. Pero cabe la posibilidad de que no sea así. Y un día, cuando su hijo empieza a discutir con usted, cuestiona sus puntos de vista, habla de “brecha generacional”, afirma que todo lo que aprende en la escuela es bueno y todo lo que aprenda en la casa es malo o está equivocado, ya es demasiado tarde. Su hijo está hipnotizado por el enemigo. Su mente es de otro. De allí a la tragedia hay un corto y rápido paso. Si eso ocurre y un día usted tiene que ir a la morgue a reconocer el cadáver de su hijo o de su hija, no puede culpar al destino o a la fatalidad. Porque usted pudo haberlo evitado.
Por ejemplo: ¿usted sabe qué lee su hijo? Repasemos. Yó sé que hay colegios donde “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, es texto obligatorio. “Cien años de soledad” es para muchos una novela bien escrita, interesante, llena de ganchos, entretenida. Pero… ¿usted la leyó? A lo mejor no. Confía en que es buena porque leyó comentarios, críticas, elogios. Porque fue best-seller. Porque durante mucho tiempo medio mundo habló de ella. Y de pronto en esa confianza hay un error. Yo la leó y me gustó. Pero yo soy un adulto. Y tengo una hija adolescente. ¿Y qué quiere que le diga? A mí no me gusta que mi hija adolescente lea -y menos por obligación- una novela que rezuma sexo, hedonismo, infidelidades y descripciones sicalípticas. En otros colegios ya no se lee a Cervantes. Ha sido reemplazado por Ernesto Cardenal, por Pablo Neruda, por Jorge Amado. Buenos autores para adultos seguros de lo que quieren, pero malos para adolescentes acosados por mil sutiles formas de infiltración y que todavía no saben lo que quieren. Si usted no los leyó, léalos y saque conclusiones. Eso también es parte de su trabajo y de su responsabilidad en este tiempo y en esta guerra. Piense que si no lo hace, de pronto tiene que aceptar que “Las venas abiertas de América Latina”, por ejemplo, sea uno de los libros de texto de su hijo. No se asombre. Ocurrió.

Por eso, por todo eso, y por mucho más, prudencia. Cautela. Vigilancia. Analice las palabras que su hijo aprende todos los días en la escuela. Hay palabras sonoras, musicales, que forman frases llenas de belleza. Pero que encierran claves que el enemigo usa para invadir la mente de su hijo. Cierto tono clasista en los comentarios, la palabra “compromiso”, descripciones del mundo como un mundo de pobres y ricos, y de la historia como una eterna lucha de clases. Por ese trampolín se salta rápidamente de la educación bancaria (la tradicional, la que reconoce jerarquías: el alumno en el banco y el profesor en el estrado) a la “educación liberadora” que preconizaba Paulo Freire, un ideólogo de Salvador Allende. ¿Sabe qué postula la “educación liberadora”? Yo se lo digo. Nada de jerarquías. Igualdad entre profesores y alumnos. Lo mismo el que sabe que el ignorante. En una palabra: anarquía.
Creo que esta carta llega a su fin. De ahora en adelante mucho -casi todo- depende de usted. No basta con almidonar el guardapolvo, comprar los libros y los cuadernos, y pagar la cooperadora. Hay otras responsabilidades más profundas. Esté atento. No se deje sorprender. Cuando le digan que un colegio es “serio”, no traslade toda la responsabilidad a los otros. Interésese. Averigüe y controle. Esta carta no pretende alarmalos, señora, señor. No le pide tampoco que desconfíe hasta de su sombra. Simplemente le pide prudencia, que se interese -con más esfuerzo, si es posible- por el mundo que rodea a su hijo. ¿Sabe por qué? Porque lo que pasó durante la pesadilla del Camporismo no surgió por generación espontánea. Fue el resultado de veinte años de “trabajo” sutil de una cultura para matar otra cultura. Y ese trabajo sigue. En muchas trincheras. Se acabaron los buenos y viejos tiempos. La señorita Rodríguez puede ser una monada. Pero no deje librado todo a otros. Porque si usted se desinteresa, no tendrá derecho a cultar al destino o a la fatalidad cuando la llamen de la morgue.
Un amigo

Son TODAS PUTAS, de ANA WAJSZCZUK










SON TODAS PUTAS, de Ana Wajszczuk. (1)
Ponen avisos en el diario ofreciéndote como mercadería porque sos una puta.
Te secuestran te drogan, te golpean, te prostituyen, tal vez hasta te matan, mientras tu madre pone patas arriba las comisarías, porque sos una puta. (2)
Te asesinan en la frontera de Tijuana porque a nadie le importa, si sos una puta.
Cierran Las Casitas, el barrio prostibulario más grande de la Argentina, para volverlo a abrir por orden [de un juez] federal a los pocos días, porque qué más da, son todas putas.
Te prenden fuego, te clavan ciento y pico de puñaladas, te lo merecés porque sos una puta. (3)
Te mutilan el clítoris a los ocho años porque vas a ser una puta.
Te cortan la pollerita [minifalda] en tevé para que muestres el culo porque sí, porque son todas putas. 
Muerta de hambre, una “Sociedad de Socorros Mutuos” te promete trabajo cruzando el océano y terminás en la Swig Migdal porque aquí o allá, ya eras una puta. (4)
En la guerra te violan del bando enemigo porque es tu merecido: sos una puta. (5)
Te casan de prepo a los doce con un viejo de cincuenta justo antes de que te vuelvas una puta.
Piden una dote por vos, porque algo siempre se paga por una puta.
Te lapidan porque fuiste adúltera: una puta.
Te golpean y te tiran del balcón porque sos una puta.
Decías que no pero querés decir que sí, porque en el fondo, todas son putas.
No te toman la denuncia de violación porque es tu marido, ¿o acaso sos una puta?
Perseguís hombres en las propagandas de desodorantes porque cuando no son obsesivas de la limpieza o madres, para el mundo publicitario son todas putas.
Te violan por provocadora, por puta.
Te gusta cojer [follar], claro, si sos una puta.
Te encanta mostrarte, como a toda puta.
En el fondo no sos lesbiana, si a todas les gusta, porque son todas putas.
Ellos tienen un instinto irrefrenable que deben satisfacer, y vos satisfacés porque sos una puta.
El “oficio más viejo del mundo”, ser una puta.
Una esclava, una mercadería, una “conejita”, una botinera, una actriz, una chica de tapa, una bestia en la cama: una puta.
En la bolsa de gatos de un mundo donde la subordinación sexual de la mujer muta por una cadena de significantes que van del relativismo cultural a la “liberación femenina”, pasando por los lugares comunes más enquistados y recalcitrantes, con el mismo estereotipo de fondo, apenas bastan dos sílabas para ocultar la denigración de todo un género.

No acostumbro publicar textos ajenos en mi blog, salvo en contadísimas ocasiones en las que quiero contribuir a darles la mayor difusión posible. Éste es uno de esos casos. Las notas al pie son de mi autoría.
(1) Ana Wajszczuk es una poetisa y periodista argentina, nacida en 1975. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, con especialidad en Periodismo. Es coeditora de la revista de poesía joven latinoamericana Los Amigos de lo Ajeno. Actualmente trabaja como periodista en diversos medios de Costa Rica y Argentina. Ha publicado en poesíTrópico Trip y participado en varias antologías, entre ellas Poesía en la FisuraBuenos Aires no duerme y Poesía en el subte. En 2001 ganó el tercer premio del concurso Gines García de poesía organizado por la Subsecretaría de Cultura de La Plata, también quedó finalista en la VI edición del concurso de poesía Sor Juana Inés de la Cruz. En el año 2003 ganó el XXII Concurso de Poesía Ciudad de Badajoz, en España, con su poemario El libro de los polacos.
(2) Clara alusión al caso de Marita Verón (secuestrada en 2002 por una red de trata de mujeres con importantes vínculos en las fuerzas de seguridad), cuya madre, Susana Trimarco no ha dejado de luchar por su restitución. En estos momentos se está sustanciando el juicio contra trece imputados en la Cámara Penal de Tucumán (Argentina).
(3) Hace unos 15 años Carolina Aló fue asesinada de 113 puñaladas por su novio Fabián Tablado, quien ya disfruta de salidas transitorias de la cárcel.
(4) La Swig Migdal o Zwi Migdal era una organización mafiosa que controló entre 1906 y 1930 el negocio de la prostitución en Argentina. Las mujeres eran traídas engañadas de las zonas más pobres de Europa del Este, bajo falsas promesas matrimoniales, y terminaban en prostíbulos de Buenos Aires y Rosario. Su jefe era el polaco Noé Trauman, cuyo imperio se desmoronó en 1930 gracias a la denuncia de una de sus ex pupilas, Raquel Liberman.
(5) Yo agrego: también los de tu propio bando.

Extraido de: http://dosorillas.wordpress.com/2012/02/19/son-todas-putas/

miércoles, 15 de febrero de 2012

Los reyes magos

Los Reyes Magos, de Alberto González Vázquez from notodofilmfest on Vimeo.


Año: 2011
País: España
Realización: Alberto González Vázquez
Duración: 3:30 min.
Y como dice Adriana Dellatorre "Casi que podemos extrapolarlo al eterno debate de ateos y católicos."

viernes, 10 de febrero de 2012

Cine: Un cuento chino- film‏. Por Silvia Russo



Los cuentos son para entretenimiento desde niños, nos acompañan antes de dormir, por ejemplo; a veces en lugar de un relato placentero se convierten en el título del film y parecen una gran broma.Como las que a veces juegan el azar en encuentro con la contingencia, y cuando nada indicaría este giro, acontecen los hechos, con el impacto de una vaca caída del cielo. Lo que suscita simpatía en el espectador, no es solamente el bien llevado y conocido humor de S. B., sino también el creíble personaje gruñón y pleno de nobleza y dolor, según describe Mari, que encarna Roberto. A diferencia del neurótico obsesivo grave habitual, no puede ser egoísta con facilidad.Se preocupa por otro y allí es donde su vida toma un giro como el de las insólitas noticias que colecciona, herencia ligada a la historia con su padre.Es adorable ver el pulseo entre el sin sentido que enmarca su vida y el "todo sentido" que guía la del chino, Yun, que no puede dejar solo; sumido en una soledad que él conoce muy bien.Dejar entrar al otro es realmente un viaje de ida, a bordo del Fiat 1500, y de los rituales contenedores y aprisionadores en la cotidianeidad de Roberto.El enojo, el cansancio de lo eternamente igual, compiten con la acechanza de un mundo dentro de un cuento chino que muestra otra forma de vivir en compañía... "son sabios, son milenarios", reflexiona la mujer del primo de Mari, durante una comilona para chuparse los dedos y tentarse que se ofrece seductoramente, pero Roberto, de llevarse torta que está buenísima... nada. Aún...Lo que hace previsible el final con sonrisa, es el permanente desasosiego e incomodidad que una vez despejado en el existir del protagonista, no permite volver al sistema de resguardo rutinario... y se embronca, y se queda dormido, y se desfasa, oportúnamente, dando lugar al giro. Una noticia insólita en un mundo donde no es dable la elección por la compañía amorosa.Comunmente, la neurosis, no se conmueve con facilidad.La viscosidad abunda como respuesta cual arenas movedizas y condena al sujeto a la repetición del miedo de modificar el circuito.La generosidad es aquí un factor esencial, ya que salva de la guerra, la muerte y la soledad encerrada en esa cuenta infinita del cuento chino en el que este ferretero vive en el dilema de ser cagado o no por el otro.Y es que a Roberto la vida lo cagó, como a tantos otros y quedó instalado allí hasta que puede mirarse en los ojos llorosos de Yun, quien tuvo lo suyo y sin embargo, busca. Apela a la condición de humanidad en el otro e interpela a su orígen para no pasar a solas su gran dolor.Esos ojos, en la vaca retratada, ¿no son acaso los que todos tenemos ante la desprotección?. Una mirada que dice mucho, y Gracias, entre otras cosas y Estaré aquí o Estoy aquí, MIRAME.Una vaca muerta, otra vaca viva en las manos del amor de una mujer... pueden ser una chance de salir de campos minados en los que la neurosis nos estaquea y nos deja a medio vivir, soportando los duelos entre cristales protectores, adornos y fotos antiguas, y casas desabitadas de presencia deseante."¡PUTA, QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO!", gritaba Alterio en otra peli argentina.

CINE: EL ESTUDIANTE ESTABLECE UN NUEVO PARADIGMA PARA EL CINE ARGENTINO

En el laberinto de espejos
Este film ultraindependiente inventa una ética y estética a las que podría definirse como “realismo idealista”. El protagonista es un muchacho del interior que perderá la inocencia al ingresar en un sistema, el de la política universitaria, que excede su propia ambición.



Por Horacio Bernades

Suele suceder que en el Bafici surja una película argentina que establece un nuevo paradigma, dicho esto tanto en términos de calidad como de enfoque, de concepción y modo de producción. Ocurrió en su momento con Mundo grúa y más recientemente con Historias extraordinarias. Pasó en la edición 2010, aunque tal vez de modo más secreto, con Los labios. En la última edición del festival porteño la película-hito fue, sin duda, El estudiante, que terminó ganando tres premios, entre ellos el Especial del Jurado, galardón que repetiría más tarde en Locarno. Se trata de la ópera prima en solitario de Santiago Mitre, quien en 2004 había coescrito y codirigido el film grupal El amor (primera parte), tras lo cual coescribió también para Pablo Trapero los guiones de Leonera y Carancho. Hay algo de la primera de ellas en El estudiante –ciertas técnicas de distanciamiento, sobre todo–, pero más de las otras dos, en tanto el film de Mitre representa, como ellas, una inmersión a fondo en un mundo con reglas propias.

Producida en forma ultraindependiente (con aporte de las productoras de Pablo Trapero y Mariano Llinás) y filmada en HD digital, El estudiante investiga un mundo que no es el de la prisión o la accidentología lucrativa, sino uno que el cine argentino no abordaba plenamente desde Dar la cara (1962): el de la política universitaria. Tal vez también, por metonimia, el de la política nacional en su conjunto. Imponiendo un sobrio clasicismo ya desde el diseño y tipo de letra de los títulos, El estudiante es un relato de formación en el que el formado es tanto el protagonista como el espectador. Como el Zapa en El bonaerense –otra película con la que no faltan puntos de contacto–, Roque Espinosa (Esteban Lamothe, en actuación definitivamente consagratoria) es un muchacho del interior que perderá la inocencia al ingresar en un sistema que excede su propia ambición. Que no es escasa, por cierto. Como Ilich Ramírez Sánchez en Carlos, el ascenso de Roque Espinosa en el mundo de la política estudiantil parecería ir en paralelo con su magnetismo para con el sexo opuesto. No terminó la secuencia de créditos que el muchacho se está curtiendo ya, en su piecita de pensión, a Valeria (Valeria Correa), compañera de facultad, de allí en más rara combinación de noviecita tolerante, compañera de asados, amante matutina y locadora.

Ejemplar en su concisión, edición (gentileza de Delfina Castagnino, realizadora de la reciente Lo que más quiero) y fluido manejo de los saltos temporales, a El estudiante le bastan unos pocos minutos para narrar la llegada del protagonista a la ciudad, su primer ingreso a la jungla de carteles, pancartas y pintadas de Sociales, su tímido asomarse al aula, su participación algo cohibida en las primeras discusiones políticas, su debut sexual porteño. Narrada como una subjetiva, ese punto de vista será la palanca narrativa del relato. Pero se trata de una subjetiva distanciada, que tanto se contagia de las maneras del héroe como se corre un paso para verlo en contexto. Que el contexto importa, que lo real también, lo indica el tiempo invertido por Mitre y sus asistentes en investigar la interna universitaria, así como el carácter documental con que registra reuniones, discusiones y asambleas, desde la entrada de Marcelo T. de Alvear al 2200 y a través del laberinto de pasillos, escaleras y vericuetos. Laberinto que, como se verá, no es solo espacial.

Hay un grado de concentración, de intensidad y determinación analítica en ese modo de ver y de filmar que se corresponden con los del protagonista. La mirada de Roque y, en ocasiones, su modo de acechar al adversario, delatan al cazador. Aunque nunca antes haya militado, se aprecia que Roque es un animal político, tanto por la velocidad con que se integra a una agrupación (la ficcional Brecha) como en su capacidad para pensar en términos pragmáticos. En su primera acción “de guerra”, apela a la misma táctica que Sam Spade en Cosecha roja, cortando de un solo tajo lo que para sus compañeros más experimentados era un nudo gordiano. Pero en esa jungla hay un cazador más curtido, Acevedo (Ricardo Félix, actor de teatro, tan notable como el resto del elenco), capaz de reconocer en él la clase de animal que es. Y de domesticarlo, claro. Referente de Brecha en el olimpo de la alta política universitaria, Acevedo será pieza clave dentro de la red de intereses, eventualmente despiadada, que la elección de nuevo rector de la UBA intrinca aceleradamente.

En medio de esa red asoma la sensible e inteligente Paula (Romina Paula, puro magnetismo), profesora y militante sobre la que Roque apunta su ojo de predador, y que quizá represente el centro moral de la película. El estudiante no comete el error de querer “copiar” la realidad, esa corta ambición costumbrista. Hace algo infinitamente superior: la recrea, la deforma, la reconstruye mediante un elaborado laberinto de alusiones. Laberinto de espejos: espejismo de ser y no ser lo que se refleja. Los otros palitos que la muy lúcida ópera prima de Santiago Mitre no se permite pisar son los que suelen minar el cine político: la denuncia moral formulada desde un lugar de falsa superioridad, el escepticismo descomprometido, el cómodo cinismo. Resuelta a mirar con los propios ojos, El estudiante inventa quizás una ética y estética a las que podría definirse como “realismo idealista”. Tal vez suene a oxímoron: es lo que sucede con todo nuevo paradigma.

9-EL ESTUDIANTE

Argentina, 2011.

Dirección: Santiago Mitre.

Guión: S. Mitre, con asistencia de Mariano Llinás.

Fotografía: Gustavo Biazzi, Soledad Rodríguez, Federico Cantini y Alejo Maglio.

Música: Los Natas.

Edición: Delfina Castagnino.

Intérpretes: Esteban Lamothe, Romina Paula, Ricardo Félix, Valeria Correa, Germán de Silva, Javier Niklison y Héctor Díaz.


Fuente: Página 12, Jueves, 1 de septiembre de 2011

jueves, 2 de febrero de 2012

Hasta los huesos

Penelope espera en Peumayen

Penélope espera en Peumayen.

Aquí en Peumayen se suele mezclar el sueño con la realidad. Es cierto.
Asi que son bastante comunes las leyendas que se cuentan sobre hechos acontecidos, aquí, en Peumayen.
Leyendas que se cuentan al calor de la lumbre en las noches de invierno, o bajo los cielos estrellados de las noches de verano.
Leyendas que uno encuentra en cualquier sitio, bajo las piedras de los caminos, en la espuma que deja el mar al retirarse de la playa, en las redes vacías de los pescadores o bajo farolas como esta.

Leyendas de monstruos marinos que salvan a los navegantes o los empujan al desastre, leyendas de buques fantasma condenados por su ambición, leyendas de amantes que mueren ahogados en el océano azul nadando hacia el futuro y como no podía ser de otra forma en una ciudad portuaria como la nuestra, leyendas también de despedidas. Como la que me gustaría contarles esta noche.

Se trata de la leyenda de una despedida que ocurrió aquí, en Peumayen.
Ella se llama Penélope, no recuerdo muy bien si él se llamaba Ulises pero se que lo despidió muy cerca de aquí, en la costa, agitando el pañuelo blanco del desconsuelo y viendo como la panza del horizonte iba consumiendo las velas del barco en el que marchaba su amado.

Él, antes de partir, le dijo a ella :
- Amor mío, tengo que partir, nuevos horizontes me esperan, allá donde el mar y el cielo juntan sus labios, tesoros escondidos en el fondo de un cofre enterrado en una playa que no aparece en ningún mapa, en lejanos acantilados donde el mar susurra mi nombre a golpe de ola.
Amor mío, tengo que marchar, pero esperame, esperame porque...

... No se porqué, pero tu esperame. Regresaré, si.
Seremos los mismos pero con la certeza de haber emprendido el viaje que anunciaban las sirenas, con la certeza de haber asumido el reto de estar vivos.
Adiós.

Y Penélope se quedó esperándole, día tras día. Mes tras mes, apretando el pañuelo blanco del desconsuelo contra el pecho, soñando ser fanal que atrajera a su amante, con los ojos heridos por el salitre, y el alma roja por los argazos mirando el lejano horizonte tratando de adivinar la silueta de un barco lejano que le trajera de vuelta a su hombre.

Total, que esperó muchísimo la mujer.
Y nosotros aquí en Peumayen solíamos acercarnos a ella para hacerle más llevadera la espera...

Nooo... le dabamos conversación. Todo el romanticismo por el retrete.

Le dabamos conversación y le contabamos cualquier chisme de aquí de Peumayen para hacerle más llevadera la espera y sobre todo para apartar su mirada del horizonte lejano y traerla de vuelta hasta nosotros.
Y le decíamos cualquier cosa, que si nosequien se enrolla con nosecual, que si ha visto usted como le queda la lencería al señor Bergia.
Pero por lo general no hacía ni caso, seguía empeñada en buscar aquel velero. Silueta lejana de un barco que le trajera de vuelta a su vida.
Estaba una tarde ella, como tantas otras, en la playa con los pies enterrados en la arena, la arena que vertió su reloj de tanto esperar. De nuevo, sólo sonaba el leve rumor del mar.

El viejo faro de Peumayen empezaba a parpadear, nuestra amiga la gaviota cruzaba el cielo naranja. Penélope divisaba el horizonte tratando de encontrar su velero, esperando y esperando. Y mientras, haciendo repaso de lo vivido, Penélope reflexionaba tratando de llegar, quizá, a alguna conclusión. Haciendo repaso de los caminos tomados, de las decisiones tomadas, y Penélope se dijo a sí misma...
"Hasta aquí hemos llegado, yo ya no espero más, ¿qué voy a estar, toda la vida esperando?"

Se marchó a buscar nuevos horizontes y no supo encontrarlos en la curva de mi espalda.
Y efectivamente, familiares y amigos, al día siguiente Penélope dejó Peumayen.
Y tendrías que verla de camino al autobús que le sacaba de la ciudad, con una sonrisa que no le cabía en la cara. Y nosotros le decíamos: "Hasta pronto Penélope" y ella decía: "Hasta nunca chaval."

Y se fue para un pueblo de interior que al salitre los argazos ya la habían jodido suficientemente la salud y pronto encontró trabajo como taquillera en un viejo cine de barrio.
Y le va bien, ahora anda en amores con el muchacho que trabaja en el proyector, y es feliz. No solamente porque el muchacho que trabaja en el proyector tiene 15 años menos que ella. Que todo influye...
Le van bien las cosas.
Del tipo que marchó en su barco no hemos vuelto a saber nada, por lo menos aquí en Peumayen.
¿Penélope piensa en él? Si, algunas tarde de invierno cuando duelen esas viejas heridas que parecen no cicatrizar nunca y cuando en la pantalla de su cine aparece un barco zarandeado por un mar embravecido, entonces Penélope como en aquella ocasión hace repaso de lo andado, de las decisiones tomadas, de los caminos desechados, tratade llega a alguna conclusión y se dice:
"Pobre tipo, no sabe lo que se perdió."